Infoempleo, Linkedin e Infojobs y otras chicas del
montón. Estas taifas online pasaron a
protagonizar mi vida, mi rutina, mis pensamientos, mis peores pesadillas. En
Infojobs tenía cuatro CV —en varias versiones, con mi domicilio real y con el
domicilio de la prima de mi madre en Madrid para ofertas de Madrid, y con más o
menos estudios dependiendo del puesto al que me presentara—, y cinco cartas de
presentación diferentes. En Linkedin, mi CV se podía encontrar en español,
inglés y francés. Y en cuanto me viera capaz, lo escribiría también en alemán.
La
gente me animaba, me decía que aguantara y me reconocía lo bien que llevaba mi
situación, con buena cara y sin quejas.
De vez en cuando enviaba mi CV a
ofertas en el extranjero, aunque el hecho de haber sido rechazada sistemáticamente
en todos los procesos a los que me presenté (para realizar prácticas en
organismos europeos de todo tipo y ubicación, para disfrutar de diferentes
becas internacionales o para ser contratada por empresas extranjeras en las que
se requería mi formación y mis idiomas), había hecho que se me quitaran las
ganas de seguir buscando cosas fuera de mi país.
A
menudo pensaba cómo se las habrían ingeniado los desempleados de antes de la
era cibernética, cuando la única opción que tenían de buscar empleo consistía
en patearse una a una empresas de todo tipo CV papel en mano. Supongo que
tampoco sería muy agradable recorrerse la ciudad y el extrarradio en busca de
todo tipo de empresas donde uno pudiera encajar y enfrentarse a miradas de
recelo, menosprecio, antipatía o frialdad de bedeles, secretarias y
recepcionistas.
Donde
sí me personé fue en todas las ETT, Empresas de Trabajo Temporal, que pude.
“Que te vean la cara, eso siempre ayuda”, me dijo una agradable chica de la
universidad con la que me topé un día, “yo sobrevivo a base de encadenar
trabajitos ofrecidos por ETT, por una, sobre todo. Pero te cuento que hasta que
no me puse pesada, hasta que no empecé a ir en persona preguntando si tenían
algo para mí y se quedaron con mi nombre y con mi cara, pasaban de mí
olímpicamente”.
Así, guiada por estos consejos de la
gente (la gente siempre sabe más que uno mismo), me recorrí prácticamente todas las
ETT de Bilbao y les ofrecí mi CV en papel.
Empleados agradables me lo aceptaron la mayor parte de las veces (en
ocasiones sólo cabía enviar el CV de forma online), y me recomendaron que
estuviera al tanto de las ofertas que publicaban en su página web. También me
apunté al Servicio Vasco de Empleo, Lanbide, como desempleada en búsqueda
activa de empleo pese a que las ofertas que publicaban en su página eran escasas
y poco atractivas para mí (carnicero, soldador, reponedor).
Nunca olvidaré la cara del empleado de Lanbide que
me atendió para rellenar mi ficha mientras yo le iba recitando mis estudios e
idiomas y mi premio literario, cómo no, todo ello convenientemente atestiguado
mediante titulitos y papelitos. Su cara parecía preguntarme, casi acusándome: “¿Qué
carajo haces tú aquí?”.
Quien no trabaja es porque no quiere. No vayas tanto de víctima. Siempre puedes hacer algo...
ResponderEliminar¿Estás de coña, no?
EliminarNo sólo muestras total falta de respeto hacia la muchacha, que en mi opinión ha sido valiente exponiendo su testimonio en las redes, sino que muestras total falta de empatía hacia los miles de parados que hay en este país, que a menudo viven situaciones de depresión y soledad.
Además muestras ser un ignorante, porque se ve que no tienes ni puñetera idea de la realidad socioeconómica y laboral en España.
En fin, lo que decía, que espero que estés de coña...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarSupongo que crees que el trabajo crece de los árboles y hay la misma facilidad para encontrarlo que la que había antes de la crisis. Cuántas veces he escuchado la misma idiotez por parte de gente que tuvo suerte antes de la crisis, que han sido enchufados, niños de papá que trabajan en la empresa de papi, acomodados y cuántas veces he pasado de su culo y de sus opiniones. Espero que haga eso mismo la autora, porque yo estoy en lo mismo. Parado de larga duración que no cesa en buscar trabajo y que se acostumbra a escuchar lindeces como la tuya desde la ignorancia. No sabéis lo útil que es desarrollar resistencia mental y que "te la sude" todo olímpicamente. Ahora mismo nada me afecta y no voy a dejar de buscar trabajo porque he aprendido a pasar de ciertos comentarios.
EliminarBueno, tú no has trabajado una cosa, porque de empatía andas justito. No te lo creas tanto, porque hoy estás en lo alto, pero cualquier día puedes estar realmente mal (pueden echarte, hacer un ERE, etc) y aprenderás a respetar las situaciones de la gente. Por experiencia propia, ni todos los que trabajan son por méritos propios (enchufismo, favoritismos, etc), ni todos los que están parados lo hacen porque quieran (mayor número de competidores, pocos puestos de trabajo, demasiados inmigrantes con subvenciones y no tener "padrino").
Ala, cúrate de sea ignorancia.
Ánimo Anabel, esto es una carrera de fondo.
Muchísimas gracias por tus comentarios, Indignado. Me han llegado al alma, no sabes qué identificada me siento con lo que dices. En este mismo blog cuento las cosas tan injustas y mezquinas que estoy oyendo en estos años de boca de personas que consideraba amigas o que al menos me apreciaban, todo, porque ellas encontraron trabajo antes de la crisis o por contactos. Por no hablar de la mayoría de los entrevistadores de trabajo y consultores de RR.HH., bufff... La falta de empatía, criterio de realidad y profesionalidad es atroz. Y claro que voy a seguir intentado encontrar el trabajo que me merezco y nadie me va a bajar la moral aunque me llamen vieja, perezosa o exquisita. Y el día que lo encuentre, seguramente (aunque nunca se sabe), no será por "padrinos". Un abrazo muy fuerte.
EliminarNada que añadir a lo que has escrito, Filomatika. Había decidido no contestar a ese desafortunado comentario, tú lo has hecho por mí estupendamente. Está claro que quien no ha estado en cierta situación y tiene muy poca empatía jamás entenderá algunas cosas. Un abrazo.
ResponderEliminar