lunes, 22 de junio de 2015

Tira al Cajero del Globo

El jueves de la semana pasada tuve una dinámica de grupo para un puesto de administrativo con francés que bien pudo haber sido un pasaje de Anabel perdió el control.

Sucedió en una empresa sita en un polígono industrial levantado en un pueblo a media hora por carretera de la ciudad.


Se trataba de un juego de roles y supervivencia, rollo LostLa lotería (un relato de Shirley Jackson que me alucina), o la meritoria y reciente película española La cueva...


Pero venga. De forma resumida os contaré de qué fue la cosa y cómo terminó...

El juego: vamos cinco personas en un globo aerostático, cinco personas con cinco profesiones diferentes (Contable, Cajero, Acróbata, Reponedor y Catador de vinos) pero sin las herramientas necesarias para ejercer ninguna de ellas (curiosa e innecesaria en mi opinión aclaración de la organizadora del tema, una chica de RR.HH. muy maja), y justo antes de llegar a una isla desierta, resulta que hay que echar a uno al mar por cuestiones de peso.

Vamos, que había que defenderse diciendo que uno valía más vivo que muerto para una inminente vida de supervivencia en la misteriosa isla gracias a sus habilidades profesionales.

Yo, el Contable, logré convencer al resto de que no merecía morir, que sería muy útil en la ínsula gracias a mi organizadora y calculadora mente maestra, mi resilencia (una de esas palabritas que tanto gustan en estos tiempos que corren), mi capacidad para subsanar errores rápidamente... 
Los demás también se vendieron y se defendieron frente a ataques del resto (yo tuve la inmensa fortuna de no recibir ataque alguno, pero en cambio, la tomé con el Catador de vinos, que aseguraba que sería un portento detectando venenos y yo no lo veía nada claro...). 




Fue especialmente cómico el rifirrafe entre el Reponedor y el Cajero, ya que el Cajero acusó al Reponedor, a raíz de cierta declaración esperanzada de éste, de que en la isla no se podía vivir pensando que algún día nos rescatarían, que había que contar con la posibilidad de que quizás moriríamos allí sin ser salvados, a lo que el Reponedor contestó airadamente que él no quería convivir con alguien sin ilusión ni esperanza, "un negativo". Y la reflexión del Reponedor gustó mucho al Catador y al Acróbata (que se hizo valer hablando de lo bueno que sería escalando palmeras para coger cocos), y los tres la tomaron con el pobre Cajero. De nada sirvió mi insistencia por cargarnos al Catador.

Como a dos minutos de que acabara la dinámica seguía la discusión, tuve que ponerme un poquito insistente para recordar que el tiempo se agotaba y organizar las votaciones para elegir a la víctima. Lo logré. 

Por democracia elegimos largar al Cajero (yo prefería al Catador de vinos, como os podréis imaginar). Lo "ejecutamos", la chica de RR.HH. dijo que muy bien, que la dinámica había terminado, y en cuanto cerró el juego, el Acróbata, el Reponedor y el Catador de vinos salieron pitando de la sala con caras de pocos amigos y sin decir ni una sola palabra. Todos tenían coche para volver al centro, todos menos el pobre Cajero y yo, que tuvimos que quedarnos por el pueblo haciendo tiempo para coger un autobús. No tuvimos opción de pedir a ninguno de los otros candidatos que nos llevara al centro, si era tan amable. El mal rollito lo inundó todo...


A la espera del dichoso autobús, el Cajero y yo nos tomamos un café en un local del lugar. Nos reímos mucho comentando lo ocurrido, y el Cajero me confesó que si él quería ventilarse al Acróbata era por llevar calcetines blancos. Que a quién se le ocurría llevar calcetines blancos, que ni que fuera Michael Jackson... Tomamos el autobús, seguimos hablando durante el viaje y cuando llegamos a nuestro destino nos dimos los Linkedin. 



Al día siguiente me llamaron. Que no había pasado la dinámica. El Cajero tampoco la ha pasado. Me lo ha contado por Linkedin. 

Yo ya no entiendo nada, no paso dinámicas en las que me salvo de morir siendo Contable y organizo las votaciones para matar a otro. Pero al menos me rio y conozco a gente interesante. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Madre Ciudad te devora: Metrópolis, de Ferenc Karinthy

El turista accidental . Siempre me ha resultado curioso este título y la mezcla de sensaciones que me despierta: regocijo, suspense, cierto ...