miércoles, 16 de diciembre de 2015

Oferta de trabajo: No Comment


La persona seleccionada tendrá un plan de carrera que consistirá en una formación y trabajo por diferentes puestos, durante 6-8 meses, desde mozo de almacén a jefe de equipo para conocer en profundidad la empresa.
Se ofrece:
Un plan de carrera. En un inicio, la persona seleccionada, pasará durante 6-8 meses por distintos puestos como peones en los que trabajarán de lunes a domingo con un día de libranza. Más tarde, pasarán a un puesto de mando intermedio hasta llegar al puesto de trainee de RRHH.
La banda salarial será de 14 710,50 EUR brutos/año.



sábado, 12 de diciembre de 2015

La película que todos deberíamos ver estos días: Techo y comida




Techo y comida, dirigida por Juan Miguel del Castillo, es una película española humilde, delicada, contenida y sentida.

Muestra la historia de una madre soltera y su niño de ocho años que están a punto de quedarse en la calle. La madre, una joven que no cuenta con familia ni con amigos y que no tiene estudios ni preparación de ningún tipo, lleva tres años y medio en el paro sin empleo ni ayudas. Sólo una amable y sensible vecina que le da todo lo que puede (agua, comida, champú) y un precario y esporádico trabajito repartiendo propaganda logran que la muchacha tire para adelante.

Sus grandes esperanzas son que la cojan para trabajar en la limpieza y que le concedan una ayuda oficial, pero lo primero nunca llega y lo segundo se hará esperar. Y la amenaza del desahucio cada vez se hará más firme.




El guión me ha parecido muy acertado porque en vez de darle al espectador todo mascado y explicado, deja bastantes lagunas e incógnitas (¿De dónde exactamente viene su protagonista? ¿Cómo puede ser que haya terminado así? ¿Qué va a ser de ella?) a colmar por quien está al otro lado de la pantalla y pone el foco en lo esencial, en lo que verdaderamente importa: en contar el día a día de esa pobre pero orgullosa mujer que puede con todo y con todos pero sin matar una mosca, que vive y lucha por ella y por su hijo (por su hijo más que nada: es capaz de rugir de hambre por él) casi por inercia, sin plantearse siquiera la opción de declararse rendida y hundida. 

La película tiene grandes aciertos, entre ellos, mostrar cómo una persona desempleada y abandonada por el sistema puede guardar ese tipo de dignidad y amor propio que sobrevive a cualquier catástrofe humana y que impide suplicar ayuda o mostrarse abatido. También está bien que a base de acertados pincelazos se burle un poco de cómo la religión y la pasión desmedida por el fútbol pueden seguir siendo los apoyos espirituales de personas que no tienen nada. 

Y desde luego, lo mejor de la película son las interpretaciones de su protagonista, Natalia de Molina, que borda su papel de muchacha contenida y silenciosa pero orgullosa y luchadora (sólo una actriz prodigiosa puede cargar con la cámara durante hora y media de metraje) y la de Jaime López, el jovencísimo actor que interpreta a su niño con gran sensibilidad y naturalidad.

La pena, que la vayan a quitar de los cines en nada. No está teniendo nada de éxito.

Aquí el trailer.

viernes, 4 de diciembre de 2015

El Defensor del Parado

en España ya es una Realidad.

Y tiene grupo de Facebook y Twitter; os animo a engrosar sus filas. 

Tengo el honor de haber sido aceptada en el grupo que ha creado esta (actualmente) imprescindible figura y que hará lo que pueda para que sea admitida de forma oficial, escuchada y apoyada.

Aún está en una primera fase, definiéndose, buscando ramificaciones y refuerzos, pero ya existe.

Ya era hora, ¿no?

Aquí el enlace a su primer vídeo en YouTube.

Os seguiré informando.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Más entrevistas fallidas

Mis entrevistas de Madrid. Willkommen, bienvenue, welcome! Fremde, etranger, stranger...
Una consultora famosa a nivel internacional me ofrecía un trabajo como administrativo de comercio exterior. Entrevista con dos muchachos jóvenes y amables en español, inglés y francés. No me dieron el trabajo. No volví a saber de ellos.
Una ETT de Madrid. Una chica muy amable me hizo una entrevista en inglés para un puesto de administrativo y después me dejó sola veinte minutos para que le hiciera una traducción en francés que debían corregir los de la empresa que le había encargado a ella el administrativo. No pasé la entrevista y no volví a saber de esa ETT.
Otro trabajo de administrativo, esta vez, en una pequeña empresa de informática. Brevísima entrevista sin prueba idiomática. No me escogen.
Un famoso bufete de abogados me citó por mail, en un extraño mail que tampoco dejaba muy claro lo que deseaban de mí. Una vez en el bufete, frente a un chico joven que sonreía demasiado y que era demasiado amable, descubrí que lo que querían era venderme un Master. Me hice la tonta, como si ya lo supiera. “Me vuelvo a mi casa para pensármelo”, les dije. Obviamente, ni les respondí (Glenda opinó que debería haberles organizado un cisco y pedido el dinero del viaje).
Me llaman de una ETT para un puesto de tramitadora de siniestros de hogar en una compañía aseguradora justo cuando acabo de volver de Madrid de una entrevista fallida. Le explico a la chica que en realidad resido “temporalmente” en Bilbao pero que si me da al menos dos días, vuelvo a Madrid para vernos las caras. Me dice que ok, que me llamará pronto para darme cita. No vuelvo a saber de ella.

Me escribe un consultor de otra famosa consultora de RR.HH. a nivel internacional. Que quiere conocerme esa misma tarde, que ha visto que me he apuntado a varios procesos de selección que él lleva. Le explico que estoy en Bilbao temporalmente pero que si me da dos días, podemos concertar una cita en Madrid, que estaría encantada, y que no tengo cargas familiares y que puedo permitirme el traslado a nivel nacional, internacional y espacial. No me responde nunca el mail. 

lunes, 30 de noviembre de 2015

En Navidad, ¿qué le dirás a tu cuñado cuando pregunte por trabajo? ¡Aplica ya!






La ocurrencia que da título a este post no es de mi cosecha, no. Es el reclamo que ha escogido para estas fechas tan señaladas una célebre página de búsqueda de empleo que avisa de los procesos de selección que se traen entre manos tropecientas empresas de este país.

La cosa puede hacer más o menos gracia (no olvidemos cómo nos gusta en España sacar al "cuñado" cada dos por tres para hacer gracietas), parecernos poco, nada, algo o muy ocurrente, y estoy segura de que habrá personas que se sientan directamente ofendidas.

Yo no soy de estas últimas, que quede claro, lo que no quita para que el slogan de marras me parezca digno de análisis.

Porque vamos a ver, semejante reclamo para que todos los parados de España nos pongamos a buscar curro como cosacos before Christmas, a mí lo que me hace pensar es que tener un buen empleo, más que dignidad, un medio de subsistencia y ciertos síntomas de autorrealización, lo que nos da es un barniz de importancia y distinción. Y a la sazón, un motivo de envida para personajes de nuestro círculo que no nos caen especialmente simpáticos. En fin: el que sintamos no solo que somos de esos miembros de la sociedad que tienen una vida como il faut, sino que ocupamos una de las mejores tribunas. 

Vamos, que en la frasecita del día podríamos poner, en vez de "cuñado", "tu suegra criticona", "esa amistad de toda la vida que siempre tiene que quedar por encima", "la cotilla del quinto" o "tu primo el toca.......", que pillaríamos por dónde va la cosa. 



¿Enténdeis lo que dice Romy? Pues eso...
  
Y francamente, creo que darle al trabajo estas "utilidades" es algo que deberíamos evitar a toda costa por el bien de nuestra salud mental. Todos los que estéis leyendo este post estoy segura de que conocéis a más de una persona que sin ser especialmente valiosa, humanamente y profesionalmente hablando, ocupa un puesto de trabajo envidiable, o que siendo merecedora del mismo, lo consiguió gracia a tal o cual contacto.

¿No es hora ya de dejar de lado estas infantiladas? Sobre todo si tenemos en cuenta la coyuntura tan negativa que estamos viviendo. Millones de personas con grandes habilidades de todo tipo están sin empleo en este país porque no están siendo valoradas como se merecen, porque no caen en gracia a nadie con poder, o porque no hay vacantes para ellas. Y no creo que esta gente tenga que sentirse avergonzada cuando su cuñado o la medusa de turno le pregunte con una risita condescendiente que si ya ha encontrado trabajo. 

Como ya dije en el post anterior, POR FAVOR, HACEDME CASO: 

NO OS AVERGONCÉIS POR ESTAR EN EL PARO

JUNTÉMONOS, CONTEMOS NUESTRAS HISTORIAS, HAGÁMONOS OÍR. 

NO TENEMOS LA CULPA DE ESTAR COMO ESTAMOS.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Donando un eurito...

el grupo de Facebook "Españoles en el exilio" 

lo tendrá más fácil para sacar adelante un doumental estilo

En tierra extraña, de Icía Boallín, del que ya hablamos por aquí.

Yo ya he donado cinco. Espero que les vaya bien. Estaré al tanto porque los sigo.


Está bien que los que estamos padeciendo la Maldición del Desempleo tanto en España como en el exilio nos hagamos oír de vez en cuando.

Y si encima lo hacemos de esta forma, sin matar una mosca, creo que sería muy triste ignorarlo.

Porque sin ánimo de ofender a nadie, creo que los que estamos pasando por esa situación tan injusta y dolorosa pecamos a veces de "anestisamiento" o paralización; incluso nos llegamos a avergonzar y a aislar como si tuviéramos la culpa de lo que nos está pasando.

Creo recordar que eso en Derecho Penal se llama la culpabilización de la víctima.

Y yo os digo que hay que evitarlo a toda costa.





viernes, 20 de noviembre de 2015

A mad world

La televisión estaba trufada de debates políticos. El país gemía herido de muerte por culpa de incontables casos de corrupción, y sus protagonistas, colaboradores necesarios, vasallos y líderes espirituales, en vez de sentirse avergonzados, parecían crecerse ante los inquisitoriales dedos acusadores que les señalaban como deshonrosos ladrones. Los tertulianos de la tele, divididos en dos flancos extremos, se dedicaban a despedazarse verbalmente como verduleras sociópatas, los moderadores tomaban partido por una u otra postura dependiendo del canal en el que estuvieran, surgían monstruos, dioses y héroes mediáticos y nuevas formaciones políticas prometiendo arreglar el desaguisado, y éramos muchos los que recibíamos sus indignadas proclamas, soflamas y sentencias como bálsamo para los oídos, pero yo, en particular, acababa un poco empechada de aquel banquete de grandes esperanzas. Mientras desayunaba, veía en la televisión la primera tanda de estos debates, pero a los pocos minutos me sentía tan saturada y nerviosa que terminaba por buscar aquel programa sobre crímenes imperfectos. Prefería ver a norteamericanos psicopáticos que se pasaban el día en la carretera, asesinado y transportando muertos de un Estado a otro, y a los avispadísimos sheriffs y detectives que les acababan cazando por mínimos errores.


Y también había futbol, mucho futbol, futbol a todas horas, en forma de todo tipo de ligas, copas, torneos y amistosos, con sus jugadores estrella haciéndose un hueco en la Historia gracias a sus habilidades con el balón y sus conflictos humanos y profesionales. Y telebasura, mucha telebasura en la que criaturas desvergonzadas y amorales gritaban y blasfemaban como si cada día de su vida corrieran el riesgo de ser arrastradas al infierno si se comportaban con elegancia y contención; series de entretenimiento con toda clase de argumentos protagonizadas por jóvenes y atractivos actores que hablaban con miradas penetrantes y seseos y susurros y se parecían demasiado los unos a los otros, y que luego iban a fiestas y a festivales tan dispuestos a hablar de sus futuros proyectos como de sus estilismos, con tanto brillo, maquillaje y preparación a cuestas que apestaban a sintetismo y afectación.
E Internet ardía en noticias graves y estúpidas, en imbecilidades hechas o dichas por celebridades y sus romances de pacotilla, siempre enrollándose, desenrollándose y volviéndose a enrollar entre ellos o con pobres anónimos que buscaban sus quince minutos de gloria, y haciéndose fotos a sí mismos, solos, en pareja o en grupo, fotos de sus pechos, traseros y abdominales, recién levantados o comiendo, vestidos, desnudos y semidesnudos, en cruceros o rodeados de niños malvestidos de piel oscura. 

Y había modelos, tandas y tandas de esqueletos bronceados con palos en vez de piernas, bolas de silicona cosidas en el pecho y melenas extra-largas posando en bragas y en alas, brazos en jarras, rostro de perfil y boca entreabierta, mirando desafiante a un público al que enloquecían. Y ropa, toneladas de ropa, trapos y trapitos, de precios irrisorios o inalcanzables, bolsos y zapatos de todas las formas y colores posibles, mezclados y remezclados, vestuarios enteros criticados por presuntos expertos y mostrados por aficionados pretendiendo ser famosos o por famosos oficiales que parecían querer decirnos cómo debíamos vestirnos para ser un poco menos vulgares aunque nunca fuéramos a ser tan estilosos como ellos.
Había tantos datos… Montañas de datos en la Red, datos macroeconómicos, sociológicos, astronómicos o nutricionales, todos mezclados, casi sin contrastar y organizados sin criterio alguno en páginas y más páginas multicolores, llenas de pestañas que llevaban a otras páginas con otras informaciones que a su vez llevaban a otras páginas con otras informaciones que a su vez…. Y vídeos y videoclips, de raperos desafiantes cubiertos de oro y rodeados de tipas en bikini con el culo en pompa, afectados grupos indies, divas gritonas vestidas como strippers de barra americana, bromas estúpidas, monólogos con o sin gracia, conspiraciones demostradas con mayor o menor sentido del ridículo, curiosidades varias y gatitos adorables, toneladas de gatitos peludos dormitando o volteando en el aire, y video-tutoriales sobre todo tipo de disciplinas (lo mismo te enseñaban a hacer una tarta a los tres chocolates que un kalasnikov casero). Wikipedias y frikipedias, artículos de diarios online, blogs de opinión personal de gente desconocida o muy conocida, y miles de foros y debates trufados de pseudónimos de colegial amongolado y emoticones burdos y epilépticos donde todos podían opinar de todo en cualquier idioma y país comiéndose la gramática y la sintaxis a dentelladas, insultar a famosos y a desconocidos y explotar de rabia o amor frente a la pantalla inerte de su ordenador, en pijama o en chándal, sin afeitar o con el pelo sucio, mientras su cocina ardía en llamas y su vida social, la real, la de carne y hueso, se desmoronaba a marchas forzadas. Todos querían salir desnudos o semidesnudos y comportarse como rock-stars, desde políticos a cocineros pasando por deportistas o paleontólogos, y las estrellas del porno querían convencer al mundo de que eran grandes intelectuales y por eso tocaban instrumentos, cantaban y publicaban libros. Las etiquetas ya no tenían sentido porque todas ellas eran intercambiables, acumulables y eliminables, pero, paradójicamente, había más etiquetas que nunca.
Y adulterando aún más toda aquella adulterada información, anuncios, anuncios por doquier, de coches, champú, ropa barata y comida rápida y sabrosa, yogures milagrosos y cremas caníbales, aquí y allá, en esquinas, márgenes y centros, un manotazo de descuido, y voilà!, te tenías que tragar el anuncio entero, enterito, entero. También te ofrecían ligar online y hacer donaciones al Tercer Mundo sin levantar el trasero de la silla y los deditos del teclado, siempre fiel y servil al devorador Saturno tecnológico.
“El día que el Mundo estalle en pedazos pillará a la mayor parte de su población hablando de futbol, móviles, realities y anorexia”. Anabel dixit.

Y luego, naturalmente, estaban Infojobs y compañía: mis inútiles hadas madrinas de la búsqueda de trabajo online.


lunes, 9 de noviembre de 2015

Y el desempleado dijo: "Vosotros tampoco me gustáis a mí"

Decidido: hoy elimino mi CV de la base de datos de una célebre firma que tiene doble consonante en su nombre y que se dedica a "servicios profesionales". 

¿El motivo? 

No hay manera de que me seleccionen (ni para una primerísima criba) para ninguno de los trabajos que ofrecen.

Y bueno, ha pesado mucho que a principios de este año que ya termina, gracias a una amable conocida, logré ¡AL FIN! una entrevista en persona en las oficinas que tienen en mi ciudad con su responsable de RR.HH..., de la que salí bastante escaldada. 

Antes de ir me aconsejaron que fuera vestida de forma muy clásica ya que esta compañía de la doble consonante debe de ser bastante "conservadora". Muy bien, no problemo, me dije. Y me puse en plan señorita Rottenmeier, creo que sobran las descripciones.


 Pero nada más llegar empezaron las (desagradables) sorpresas. 

Mientras aguardaba en el hall a mi entrevistadora, pasó por allí con aires de grandeza y la cabeza girada hacia el lado contrario al que yo me encontraba una ex-compañera mía de un Master que hice no hace demasiado: la mano derecha de la señora que iba a entrevistarme. Obviamente, no quería ni saludarme. Me quedé de piedra ante tanta hostilidad. 

No es que esta muchacha y yo fuéramos grandes amigas, pero tal falta de decoro, educación y profesionalidad hizo que me temiera lo peor. Porque era evidente que sabía que yo iba a acudir a aquella entrevista, y como me dejó bien claro que yo no le era especialmente simpática, había bastantes posibilidades de que le hubiera hablado no muy bien de mí a su jefa. 

Mi siguiente sorpresa no agradable fue ver por primera vez a mi entrevistadora, cuyo peinado y vestimenta eran diametralmente opuestos a mi look victoriano. Abundante melena con permanente estilo años ochenta y ropa holgada y descolorida casi deportiva. Ausencia total de joyas y tacones. 

Pero la mujer no dejaba de sonreír. No, no dejaba de sonreír, ni siquiera cuando una vez cómodamente sentadas en su despacho, me lanzó durante la media hora que duró nuestra entrevista lo que yo llamo dardos pero algunos profesionales de los RR.HH. calificarán de "preguntas clave", "pulso de los puntos de presión", "formas de evaluar la tolerancia al estrés", etc, etc... 
Entre otras cosas, aquella simpática señora (que me sacaría 15 o 20 años) aludió de esta forma a mi edad: "¿Y qué esperas de la vida a tus treinta y... años?", e inició todo un interrogatorio estilo Tercer Grado para averiguar por qué "a mis" treinta y pico años no había logrado trabajar de algo relacionado con mis estudios. 

"¿Qué esperas de la vida a tus 33 años?" "¡Veo a la Muerte en todo momento!"
Mis explicaciones no parecieron satisfacerla mucho, bajaba la mirada, contestaba con monosílabos o pseudo-gruñidos, y escribía Dios sabe qué en su cuaderno de notas. 

La entrevista terminó y yo me fui a mi casa sabiendo que no la había pasado. 
No me equivoqué, al día siguiente mi gentil ex-compañera de Master me envío un mail diciendo que lamentablemente no contaban conmigo para una segunda entrevista. Mi contacto no se lo podía creer; yo, sí. 

Pero esta vez no me di por vencida tan pronto, quise que alguien me explicara, con el lenguaje (plagado de eufemismos y términos anglosajones) de los RR.HH. o sin él, por qué exactamente yo no merecía pasar aquella entrevista. ¿Por mi avanzada edad (treinta y pocos)? ¿Por caerle mal a la mano derecha de la entrevistadora? Así que envíe a mi entrevistadora un correo pidiéndole eso que en RR.HH. se llama "feed back", oséase, "qué te he parecido". 

A día de hoy, casi un año después, sigo esperando una respuesta. O planteándome que quizás tendría que haber sido yo la que les hubiera escrito a ellas contándoles mis impresiones y afeándoles su falta de humanidad, educación y decoro. Y que si alguien de treinta y pico les parece tan sumamente "viejuno" para entrar en su empresa por primera vez, que lleguen a esa conclusión antes de convocar una entrevista en persona. Así ahorran tiempo y energías al anciano o anciana de turno. Y que no tiene ninguna trascendencia para una entrevista profesional tocarle la moral al entrevistado recordándole la edad que tiene o lo que podía o no podía haber hecho en el pasado para estar mejor en la actualidad. 

Más tarde me enteré de que mi entrevistadora y mi ex-compañera, en double team, suelen dar charlas de cómo pasar entrevistas de trabajo y que aconsejan que el entrevistado pregunte mucho por las posibilidades de mejora, formación y evolución en la empresa. 
Vaya, yo no pregunté nada de todo eso, "sólo" me interesé por el trabajo a desempeñar en cuestión, si estaría capacitada, en qué consistía exactamente y tal. Pero me aprendí la lección. 

Y hace un par de semanas apliqué de nuevo para un puesto ofrecido para esta célebre compañía de la doble consonante (para otra ciudad, eso sí) y fui eliminada inmediatamente. 

Por todo esto creo que ya es hora de decirles "Ok, de acuerdo, me habéis dejado claro que yo no os gusto; muy bien, pues vosotros a mí tampoco" y en consecuencia, borrar mi CV de su base de datos. 
Una minúscula e intrascendente rebeldía de la que nunca tendrán noticia y que de tenerla les dará cien patadas, pero al menos, yo me sentiré mejor. 

Así les dejo claro ahora que soy yo la que no quiere saber nada de ellos. 

sábado, 7 de noviembre de 2015

Cosas que me gustan: Victoria, de Sebastian Schipper

    De factura alemana pero con heroína española y grabada en English, Victoria
    es una de las películas más alucinantes que he visto en mucho tiempo. 
    Rodada con cuatro duros y ¡con una sola cámara chivando la trama!, Victoria cuenta una historia extraña y realista al mismo tiempo, psicotrópica y natural, adictiva y acelerada que no deja respirar en ningún momento, ni en las escenas más sosegadas. 
    Y los actores son los grandes responsables de algo así, aunque, ¿de verdad son actores? 
    La española Laia Costa, la protagonista, se merece todos los premios del mundo, y es interesante ver Berlín en toda su crudeza y suciedad nocturna. 
    Una crítica burlona podría hacer mofas con lo que le puede pasar a un pobre joven emigrante español en el corazón de la Madre Europa, porque lo que le pasa en una sola noche a la joven española Victoria, que se gana la vida en Berlín como camarera y sin hablar ni papa de germano, es de traca. 
    Lo dicho: animal y genial. 
    Victoria

lunes, 19 de octubre de 2015

Los Atrincherados

Que si "Mileuristas", que si "Ni-nis", que si "Generación Perdida"...

Cada vez pienso más que este mundo está obsesionado con ponerle etiquetas a todo para no sucumbir al Caos que debe de suponer el matiz y la graduación. Con colocar a las personas, las cosas y los acontecimientos en tal o cual estante de una minuciosa (y monstruosa) estructura global para que nada se escape a una definición, a una explicación. Parece que las infinitas sombras del gris asusten a las cartesianas cabecitas encargadas de contarnos cómo es el planeta en el que vivimos. 

Pues bien, hoy me he animado a crear yo una de estas contundentes etiquetas. Os hablaré sin más dilación de los Atrincherados. 



Los Atrincherados, que no llegan a Mileuristas (sería todo un sueño dorado para ellos) y que pueden ser considerados "Ni-nis" (la mayoría, porque ya no saben con qué licenciatura, Master o curso más escapar de esa infausta clasificación), también serían encajables en esa poética Generación Perdida, que aunque haga pensar en escritores existencialistas, equivale a ser un joven sobradamente preparado  y atrozmente despreciado por el Sistema, sea lo que sea el Sistema. 

Los Atrincherados son todos aquellos jóvenes o no tan jóvenes (me niego a poner un intervalo de edad exacto: siempre aparecen argumentos para estrecharlo o ensancharlo) que aunque estén sufriendo el Monstruo de la Crisis, se han negado a irse al extranjero a tratar de buscarse la vida. ¿Que por qué? Pues por diferentes motivos (sugiero leer mi post En Tierra Extraña). 

Los Atrincherados han dicho: "Yo de aquí no me muevo hasta que mejoren las cosas, hasta que me salga algo, no me da la gana irme". Obviamente, porque dentro de lo que cabe son afortunados, porque han podido llegar a esta decisión tirando de ahorros, ayudas de seres queridos y trabajitos ocasionales (muchas veces pagados en negro que te quiero negro). El caso es que se han atrincherado en su propio país, herido de muerte. Su país, sí: como si su país fuera la casa, cárcel abandonada, fábrica decrépita o shopping-center despoblado donde se refugian y protegen los supervivientes de un apocalipsis zombi. 

El mundo de afuera se cae a pedazos, la muerte los rodea, pero a los Atrincherados no hay Dios que los saque de su trinchera. A no ser, claro está, que aparezca una posibilidad de huida sensata:  porque los Atrincherados no son amigos de precipitarse en brazos de la fatalidad sin un mínimo de garantías. 

Los Atrincherados no tienen la suerte de poseer contactos, enchufes ni golpes de gracias excepcionales, pero agotan todas las vías de búsqueda de empleo que tienen en su mano. 

A los Atrincherados nadie los ha convencido de que quizás en el extranjero les pueda ir mejor, o, sencillamente, no han querido hacerlo porque tienen aquí una vida familiar y social a la que no quieren renunciar, o porque tras haberse preparado académicamente a conciencia, les entra la pataleta y se niegan a irse fuera a trabajar en hostelería o limpieza. 

Los Atrincherados saben lidiar muy bien con la soledad del día a día del desempleado, el rechazo constante de las pocas empresas en las que consiguen ser entrevistados y la incomprensión y las críticas de los que no los entienden o descalifican. En su atrincheramiento han desarrollado su fuerza, sentido común, resistencia y resilencia hasta límites que nunca pensaron alcanzar, pero también tienen negros días de desánimo en los que sólo sus seres queridos les sirven de bastón y consuelo. 

Los Atrincherados no creen en los políticos pero viven con la esperanza de que algún día las cosas mejoren,  aunque están convencidos de que nunca se curarán del todo. 

Los Atrincherados se juran a sí mismos que si algún día consiguen tener un trabajo digno no se olvidarán de sus años de atrincheramiento y que harán todo lo que puedan para denunciar lo que les sucedió y procurar que no vuelva a suceder. 

¿Alguien que esté leyendo esto se siente un Atrincherado? 

jueves, 15 de octubre de 2015

¿Habemus EDITOR?

No es seguro,

puede ser,

quizás sí,

o quizás quede en nada,

pero

a lo mejor

hay un EDITOR

interesado en

Anabel perdió el control.

Si hay algo que contar,

lo contaré por aquí.

martes, 13 de octubre de 2015

NO COMMENT

Aquí, un compendio de noticias y declaraciones sobre el desempleo y la precariedad laboral de una serie de personajes relevantes. Como en la Euronews, me abstengo de hacer comentarios. 




(Fuente: diario El Mundo, 9 de octubre de 2015)

Toña anima a los jóvenes vascos a independizarse y tener hijos aunque no tengan trabajo

El consejero de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno vasco, Ángel Toña, ha reconocido hoy, ante un auditorio formado por jóvenes universitarios, que "con 800 euros no se puede construir un proyecto de vida" y "con 1.500 euros un pareja que quiere tener un hijo tampoco" puede hacerlo en Bilbao.

Aún así ha animado a los jóvenes a que "se vayan con su pareja" y "hasta tengan un hijo", porque así se ve la vida de otra manera y se busca trabajo de forma diferente porque "la necesidad aprieta".
 A su juicio, es "más importante" encontrar un trabajo relacionado con la vocación o el gusto de uno que buscar un empleo estable y bien remunerado.


(Fuente: diario El País, 20 de abril de 2015)

Toña pide a los jóvenes desempleados que aguanten en Euskadi

El consejero de Empleo y Políticas Sociales, Ángel Toña, llamó hoy a los jóvenes vascos a "aguantar" y perseverar en la búsqueda de un empleo en Euskadi en lugar de optar por la emigración.
(...) afirmó que el objetivo debe ser frenar un fenómeno que conlleva desaprovechar el tiempo y los recursos invertidos en la formación de estas personas.

"No queremos que se vayan, harán lo que quieran, pero si aguantan un poco tendrán oportunidad de encontrar un puesto de trabajo.


(Fuente: Eldiarionorte.es, 3 de octubre de 2015)

La patronal cree que el problema está en casa: 
los jóvenes viven demasiado bien y no se esfuerzan

El presidente de la asociación de empresarios de Gipuzkoa, Pello Guibelalde, achaca la falta de espíritu emprendedor y de vocaciones empresariales a que los jóvenes ahora "no tienen hambre" y "viven una vida muy cómoda". "El mercado está en el mundo y nuestro empleo va a estar en el mundo y para toda la vida, va a ser así. Estar en Alemania no es estar fuera de casa, es estar en Europa. Se coge un avión y en hora y media estás aquí", ha indicado el presidente de la patronal, quien ha añadido que hay que entender que "estos jóvenes van a estar en Alemania, Francia o Inglaterra toda la vida".


3 de octubre de 2014 (Diversas fuentes)

Declaraciones de Mónica Oriol, Presidenta del Círculo de Empresarios

"Prefiero a una mujer después de los 45 años o antes de los 25 para evitar embarazos porque, por en medio, ¿qué hacemos con el problema?". "Esa protección de la mujer la desvincula del alineamiento con los intereses de la empresa y la desconecta del esfuerzo diario", ha añadido.

 

lunes, 5 de octubre de 2015

Explicación del nombre del blog: Ian Curtis y su She's lost control


No me gustaba la tecnología, no me gustaban los ordenadores, no me gustaban los móviles. Pero cuando vi que podía seleccionar la música que yo quisiera para el ring de mi móvil, me decanté por She's lost control, “Ella perdió el control”, una canción obra de Ian Curtis.
Curtis fue el cantante de Joy Division, una banda inglesa de finales de los años setenta. Un chico sensible y extraño, amante de la literatura de Kafka y la música de tipos como David Bowie o Iggy Pop, y epiléptico. A veces, en sus conciertos, o bien tenía verdaderos ataque de epilepsia o bien fingía tenerlos, y unía los característicos movimientos de dichos ataques a sus meneos musicales, creando una desenfrenada y particular forma de bailar. Murió a los veintitrés ahorcándose. Dijeron que era depresivo, que sufría las nefastas consecuencias emocionales de un triste divorcio (a sus veintitrés años tenía una hija de cuatro años) y que era adicto a sustancias poco recomendables. El caso es que se suicidó después de haber visto una película de Herzog cuyo protagonista se suicida y escuchado Idiot de Iggy Pop. Eso dicen. La canción She’s lost control, “Ella perdió el control”, la escribió tras presenciar una dura escena cuando trabajaba en los Servicios Sociales (sí, un artista maldito trabajando en los Servicios Sociales). Un día apareció por su oficina una pobre chica pidiendo trabajo, y justo en aquel momento, sin poder evitarlo, la joven sufrió allí mismo un violento ataque epiléptico que la llevaría a la muerte. Ian quedó traumatizado. Él sabía lo que era verse presa de aquel horrible descontrol. Y compuso la canción que décadas después yo escogería para el timbre de mi móvil.
“Confusión es sus ojos, que lo dicen todo. Ella ha perdido el control. Y se aferra al que más cerca esté. Ella ha perdido el control. Y descubre los secretos de su pasado”…
Cada vez que Magdalena me llamaba, sonaba que ella perdió el control.


sábado, 26 de septiembre de 2015

Cosas que me gustan: La visita, de M. Night Shyamalan




Adelante, no tengas miedo... Métete en el horno a darle brillo, cielo...

 Antes de nada, aviso: la siguiente crítica puede estar plagada de SPOILERS.

Dicho lo cual, hablemos de La visita

Con las películas de su director, M. Night Shyamalan, he tenido reacciones diversas, así que no puedo decir "oh, me encanta Shyamalan" o "buff, no, ese hombre hace cosas muy pretenciosas", opiniones extremas en las que la gente que conozco suele agruparse. 

Yo, en cambio, creo que algunos de sus trabajos son francamente buenos por la tensión y las atmósferas tan particulares que crean (a medio camino entre el cuento de hadas tenebroso y el suspense envuelto en drama de tomo y lomo), la originalidad de sus argumentos, y sus ritmos, con tramos morosos o acelerados dependiendo de lo que se cuenta. 

Así, os diré que El sexto sentido (cómo no) me gustó mucho y que por ahora es la obra que más me agrada del director. El protegido me pareció una frikada en cuanto salí del cine pero algo después, más digerida, le encontré muchas virtudes, entre ellas, que el elemento fantástico irrumpa sin complejos en mitad de un entorno gris y urbano. Porque me gustó ver la historia de un padre y un niño tristes y aparentemente vulgares revelándose como todo un equipo en busca de una impactante verdad. Y bueno, el villano de la función me pareció un personaje siniestramente insólito.
¿Habrá una tercera intervención Willis/Shyamalan?
¿Resucitará Tarantino a H. J. Osment?
Lo mismo me pasó con El bosque (la tensión durante toda la película no me la quitó nadie por mucho que el final me hiciera lanzar un "¡venga ya!"): pasado un tiempo prudencial después de verla la digerí mejor y terminé viéndola como una fábula en forma de película de suspense llena de simbologías más o menos sutiles pero que le iban bien a la atmósfera que la envolvía. 
El incidente, de nuevo, me hizo pensar si aquello era un cachondeo o una genialidad (era casi cómico encontrarme en cada fotograma con el ceño fruncido de Mark Wahlberg y los ojos manga de Zooey Deschanel), pero otra vez llegó el tiempo de reposo tras el visionado y llegué a la conclusión de que el asunto no estaba nada mal, que la historia estaba tan bien contada como merecía, y que había algunas escenas brillantes por impactantes y aterradoras. 

Pero dejemos ya los trabajos pasados de Shyamalan: no quiero opinar sobre La joven del aguaAirbender, y After Hearth. Porque no diría cosas nada buenas... Tampoco sobre Señales, que aunque no me disgustó, no me dejó el mismo buen sabor de boca que las películas que he mencionado en el párrafo anterior. 

La visita. De qué va... 


La próxima abuelita de Master Chef...
Deseando que el jurado sea borde con ella


Un par de hermanitos, linda y muy inteligente niña de quince y travieso y aficionado al rap niño de trece, van a pasar una semana de vacaciones con sus abuelos maternos, que viven en una gran casa apartada en otra ciudad. Mientras tanto, su madre treintañera se irá de crucero con su nuevo novio. La peculiaridad de esta familia es que el padre les abandonó hace tiempo porque se enamoró de otra mujer y que la joven madre lleva quince años sin hablarse con sus padres porque estos llevaron muy mal que la muchacha, con apenas diecinueve años, les abandonara para fugarse con su profesor de la high school: el que luego fue el padre de sus hijos. Pero resulta que gracias a Internet la hija pródiga vuelve a ponerse en contacto con sus padres, se reconcilian, y para que conozcan a sus nietos se los envía esa semana que ella se va de vacaciones. 
Ya tenemos premisa: los niños van a pasar una semana con un par de ancianos que son sus abuelos pero a los que no conocen de nada. 

La película, creo que ya es hora de decirlo, está rodada en forma de falso documental con la excusa de que la niña quiere ser cineasta de mayor y hace ya sus pinitos, todo el rato cámara en mano y con sus programas de edición, sus ordenadores última generación, etc... Y aunque es algo que no me suele gustar mucho (me marea y creo que les quita un poco de seriedad a las películas), en este caso considero que es un acierto. Así el espectador asiste al mismo desconcierto creciente que los chavales, porque resulta que los abuelos son raros, muy raros: cada vez más raros. 
Cinema verité... de morirse.
Que tiemble la bruja de Blair...

La abuela, que parece una reina de la belleza que ha madurado bastante bien gracias a algunos arreglitos, pese a estar risueña y sonriente continuamente y a ser una magnífica cocinera (no deja de cocinar cosas ricas para todos, repostería especialmente), por las noches se vuelve una especie de sonámbula endemoniada. Vaga de un lado para otro a gran velocidad, se desnuda y araña paredes, vomita como un tragafuegos escupe sus llamaradas, se pone en modo arácnido o niña de The Ring, y otras lindezas. Y bueno, por el día tampoco es que sea muy normal: persigue a sus nietos como un depredador a cuatro patas fingiendo jugar al escondite, le dan ataques de risa histérica, o le pide a su nieta que se meta entera enterita en el horno... para limpiarlo. 

Y el abuelo... Aunque parezca más sereno y racional, no. No lo es. También tiene lo suyo. Esconde pañales echados a perder en el granero, se arregla para asistir a fiestas de disfraces que debieron  de celebrarse hace mucho tiempo, ataca a vecinos arguyendo que les siguen o les miran mal, limpia cuidadosamente armas de fuego y luego se las pone en la boca...
¿Que el abuelo está algo mejor que la abuela? No lo creo...

Y el estado de los viejos va empeorando a velocidad pasmosa (estoy convencida de que Shyamalan ha pasado más tiempo del que habría deseado en contacto con la cara más triste y amarga de la Tercera Edad, cuando el cuerpo y la cabeza dejan de responder), hasta el punto de que los niños temen por sus vidas. Sobre todo, cuando por fin le ponen a su madre el ordenador delante de los abuelos para que los vea (sin que ellos se den cuenta) y ésta les hace una terrible revelación... 
"Mamá, ¡sácanos de aquí! ¡Preferimos las colonias de la Caja de Ahorros!"

No creo que esta crítica ya bastante plagada de SPOILERS necesite nada más en cuanto a argumento. Sobre la impresión que me ha provocado, seré breve: La visita me ha gustado mucho. Los actores son magníficos, sobre todo la abuela chiflada y poliédrica (Deanna Dunagan, toda una bruja de Hansel y Gretel). El abuelo está espléndido en su contención, y los críos son una maravilla de naturalidad y expresividad. Especialmente, cuando le dan un toque cómico al terror que están viviendo, algo para lo que el niño sobre todo es un crack. 

Y como no podía ser de otra forma, las marcas de la Casa Shyamalan están por todas partes. Las acciones compulsivas y repetitivas de la abuela cuando está ida recuerdan mucho a las de la anciana suicida de El incidente, el "monstruo" que hizo que el abuelo dejara su curro tiene mucho de los bichos de La joven del agua, y los niños, al haber sido abandonados por su padre, adolecen de carencias afectivas cuajadas en extrañas costumbres y manías que hacen pensar en el crío solitario y depresivo  de El sexto sentido
"Pregunta, pregunta, hijita... Pero como no me guste la pregunta, atente a las consecuencias..."

En resumen, y como puse en una red social: La visita emana esa clase de terror que envuelve a las historias que se cuentan los críos entre ellos para aterrorizarse porque recurre a elementos básicos pero infalibles, y además está narrada con la morosidad y los aderezos necesarios como para hacer un híbrido entre suspense y horror. Eso sí, yo le quitaría la última escena.

Ya me diréis qué os ha parecido. 




jueves, 24 de septiembre de 2015

A Anabel le dan las prácticas en la propia academia (CAP. III)


El invierno de aquel año fue espeluznante. Llovía a diario, a todas horas. Una lluvia fina pero constante que cuando soplaba el viento se convertía en un verdadero y tortuoso incordio. El cielo mostraba incansable un gris feo, cerrado e impenetrable, como si una lámina de cemento descolorido y sin estrías se hubiera encajonado en el firmamento. Los paraguas plegables no aguantaban más de dos días los embates del viento y muchos de ellos aparecían destrozados y abandonados en rincones de plazas y calles, en callejones y papeleras urbanas, con las varillas retorcidas asomando como antenas de insecto robot sobre las telas destripadas. Aquello parecía el decorado de una película desasosegante, la argucia de unos sádicos maestros escenógrafos pretendiendo crear el ambiente idóneo para que los personajes principales de la historia sufrieran depresiones, desengaños y conatos de suicidio.

            Mis prácticas en el centro eran sencillas, estúpidas, monótonas. Cualquier persona entre los trece y los sesenta y cinco años más o menos sana habría podido hacer lo mismo que yo. Eran tareas de oficina que no requerían ninguna habilidad o conocimiento especial. Sólo vista, manos, algo de cerebro, un poco de coordinación. Pero sabiendo a qué se debía mi presencia allí, la amabilidad y las buenas palabras de los que me rodeaban, casi todos bastante mayores que yo, eran enternecedoras. Y lo más importante, no sé si por autocontrol o porque de veras creían que no me lo merecía, ninguna de aquellas amables personas me regalaron nunca miradas de lástima o condescendencia.

El ambiente de mis prácticas/ premio de consolación era, en fin, inmejorable, y entre fotocopia y fotocopia y envíos masivos de mails, yo me sentía moderadamente útil y necesaria. Además, las clases de la Didascalia seguían en su línea, venga fotocopias, presentaciones en PowerPoint, exposiciones orales de trabajos hechos en un fin de semana. Lo cierto era que estaba ocupada, muy ocupada, que salía de casa por la mañana y que volvía por la noche, porque incluso comía en la propia academia, y el verme tan poco por casa, hacía creer a mis pobres padres que aquello me estaba viniendo bien. Que me sentía útil, atareada y, al fin, normal.

            Pero yo no me dejaba engañarme. No a aquellas alturas. Todo aquello no era nada más que un frágil y no perdurable en el tiempo espejismo pseudo laboral. Aquello acabaría más pronto que tarde y yo volvería a dar con mis huesos en el mundo de las horas desocupadas, laxas, mareantes y maleables.

            Así pues, los primeros meses de mi tercer año como parada estuvieron protagonizados por un trabajo y entorno propios de una Barbie Secretaria, una muñeca silenciosa y obediente colocada en una linda y cálida oficina que dándole la vuelta se convertía en una bonita academia de estudios. Y fuera de las ventanas de plástico fucsia, Bilbao tronaba y se retorcía. Una perfecta metáfora de lo que de forma inminente iba a suceder con mi vida privada.

martes, 22 de septiembre de 2015

Una famosa compañía de RR.HH.

me envía una encuesta sobre cómo me va la vida laboral.

En qué situación estoy, por dónde busco, qué considero que es lo más importante para pasar una entrevista de trabajo, etc, etc...

Y al final dejan un rectangulito en blanco para comentarios libres, cosas que me gustaría que cambiaran, críticas, y así.

La cosa no da para mucho, pero creo que lo he aprovechado bien.

He puesto:


Me gustaría que en las ofertas de trabajo no se pusiera como requisito indispensable residir en la CCAA del lugar donde está ubicado el trabajo. Muchas veces, los candidatos tenemos que trasladarnos de CCAA para encontrar empleo. Y más seriedad y rigor con los plazos de respuesta: no tener que "perseguir" a un consultor para saber si hemos pasado o no un proceso. Y por último, que dierais la oportunidad de una entrevista personal a alguien que aplica a muchas de vuestras ofertas y que es descartado continuamente, de forma automática, sin llegar a ser visto en persona. Gracias. Todo esto lo he vivido. 

Espero que lo lean. 

domingo, 20 de septiembre de 2015

Cosas que me gustan: En tierra extraña, de Icíar Bollaín

"¿No encuentras trabajo? ¿Por qué no te vas fuera? A trabajar en lo que sea, porque cualquier cosa es mejor que estar aquí sin hacer nada, ¿no? Aunque sea durante una temporada... Y así aprendes o mejoras el inglés, el francés o el alemán... Total, qué pierdes... Y te vendrá muy bien para el CV. A los entrevistadores no les gusta ver que has estado mucho tiempo sin hacer nada, porque piensan que eres un vago o que no has sabido buscarte la vida, y ellos buscan gente espabilada y que no pare quieta, ¿me entiendes?"

Seguro que a muchos os sonarán estas palabras. 

Muy bien, esta vez no me voy a explayar. 

Sólo decir que irse fuera a trabajar "en lo que sea", "cualquier cosa antes que estar sin hacer nada", conlleva un montón de cosas desagradables, sobre todo, cuando se hace a cierta edad, dejando de lado un buen rosario de estudios en los que se ha invertido mucho tiempo, esfuerzo, dinero e ilusión, y la vida social y familiar que se tenga, por supuesto. 

Porque este post es para que sepáis que existe En tierra extraña, un magnífico documental de Icíar Bollaín que retrata a una pequeña parte de los miles de jóvenes y no tan jóvenes españoles que han tenido que huir de su país en busca de ese (actualmente) privilegio llamado Trabajo. La directora se centra en la peculiar colonia española de expatriados forzosos que existe en la ciudad escocesa de Edimburgo. Si hubiera querido hacer una gira por más de estas ciudades "refugio" no habría dado  abasto...




Y sobran las palabras cuando se ve a una ingeniera de 30 años con Master e idiomas, guapa, educada y serena explicando que trabaja haciendo camas en un hotel, a un biólogo en un local de fast-food, o a una muchacha andaluza hablando por Skype con su entusiasta abuelo que la anima a "hacer la revolución" y "echar a los chorizos del poder".

¿Por qué no emitirán este documental en horario de máxima audiencia, en una cadena que todo el mundo tenga en su casa?  Merecería la pena. 




miércoles, 16 de septiembre de 2015

Consultoría Smile (y III)

(...)
—De todos modos, quiero que te vea otra compañera, X Y, de Madrid, que ocupa el puesto Z. Viene la semana que viene, y su opinión va a ser determinante para ver si te aceptamos para las prácticas —me comentó mi entrevistadora a modo de despedida, citándome para la semana que venía. Y yo me despedí de ella y del mudo muy sonriente y agradecida.

(...) 

Pero la segunda entrevista, con la consultora recién llegada de Madrid, no fue bien en absoluto. Y eso que aquel día el sol brillaba como un día de primavera, y yo llegué sonriente y feliz y vestida de la forma más juvenil de la que fui capaz sin dejar de parecer elegante, y cuando entré en la oficina y me encontré con mi primera entrevistadora, la saludé con una sonrisa deslumbrante y un enérgico apretón de manos, y cuando entré en la ya conocida sala de reuniones, me senté frente a la puerta a la espera de mi segunda entrevistadora sin dejar de sonreír, sin dejar de sonreír…
Mi segunda entrevistadora resultó ser una mujer de mediana edad, rostro agraciado, indumentaria más bien de sport, gesto risueño y, cómo no, sonrisa a prueba de bombas, mano firme y palabras amables. Y la entrevista fue prácticamente un calco de la anterior sólo que sin pruebas de idiomas, tanto que me sentí relajada y feliz en todo momento porque creía que ya me sabía todos los trucos para salir adelante. Pero resultó que me relajé demasiado, que me confié, que llegué a pensar que aquella gentil mujer que tenía delante era casi como una amiga de la familia, y hubo dos momentos, dos funestos momentos, en los que la pifié. El peor, sin duda, fue el segundo.
1) dejé que mi humor negro, al que siempre trataba de reservar para mi círculo más íntimo, fluyera libre: hice una broma sobre los cementerios parisinos y el hecho de que mis escritores preferidos estuvieran todos muertos, mofa que a mi interlocutora no le hizo ni pizca de gracia. Su cara fue todo un poemario.
2) respondí con sinceridad a una decisiva pregunta. “¿Y por qué quieres trabajar aquí, con nosotros, Anabel?”, preguntó mi entrevistadora. “Porque tras haberme preparado a conciencia en diferentes disciplinas tengo ya edad y ganas de sobra para entrar, por fin, en el mundo laboral”, respondí yo. ¡Crack! Craso error, pequeña. Game Over.
El gesto de la Risueña se tornó lúgubre y funerario, se le congeló la sonrisa y toda ella se volvió áspera, soberbia y condescendiente, elevando ligeramente el mentón, hinchando las narices y abriendo mucho los ojos. Un digno clon de mi prima Virginia cuando su ego lucía especialmente saludable.
—Anabel —me dijo con un tono escalofriantemente didáctico—, te daré un consejo: no es trabajo, así, a secas, lo que deberías buscar, sino algo que realmente te satisficiera.
The end. La entrevista terminó. Nuevo apretón de manos, sonrisas, extraña y larga mirada de mi entrevistadora a mis zapatos estilo Oxford (¿Le gustarían o le repelerían? Nunca lo sabré), y una última advertencia: “Si te escogemos, te llamaremos. Si no te llamamos, pues es que no te hemos escogido”. En resumen, un silencio negativo me llevaría a un nuevo rechazo. Ni siquiera un mail tipo, perezoso y robotizado, para decirme que no. No me esperaba eso de una gran consultoría internacional como aquélla.
Salí de la entrevista con el barato, artificial, mezquino, infantil, perverso, estúpido y banal consejito último flotando por mi mente. Era mediodía y en apenas unas horas empezaban mis clases de la Didascalia. Comí sin apetito y muy intranquila, y cuando ya estaba saliendo de casa para tomar el autobús rumbo a la universidad recibí un mensaje de móvil de Elena, una compañera de clase, diciéndome que le habían dado las prácticas en la consultoría a ella, que dejaba las que ya tenía por aquéllas, mucho más atractivas. Pero que no me preocupara, que hablaría con su ya ex jefa para que me dejaran incorporarme al puesto que ella dejaba vacante.
Y sentí que la tierra se abría bajo mis pies y me arrastraba a los terrenos de una pesadilla. ¿Qué diablos pasaba allí?

 Resultó que Elena, a pesar de disfrutar de unas prácticas en una buena empresa del centro desde hacía varias semanas, también había sido entrevistada en la Consultoría Smile. Y había pasado los dos filtros, el de la rubia del moño y el de la Risueña, sin problemas ni ningún tipo de feedback. La quisieron sin cortapisas. 

Madre Ciudad te devora: Metrópolis, de Ferenc Karinthy

El turista accidental . Siempre me ha resultado curioso este título y la mezcla de sensaciones que me despierta: regocijo, suspense, cierto ...