Techo y comida, dirigida por Juan Miguel del Castillo, es una película española humilde, delicada, contenida y sentida.
Muestra la historia de una madre soltera y su niño de ocho años que están a punto de quedarse en la calle. La madre, una joven que no cuenta con familia ni con amigos y que no tiene estudios ni preparación de ningún tipo, lleva tres años y medio en el paro sin empleo ni ayudas. Sólo una amable y sensible vecina que le da todo lo que puede (agua, comida, champú) y un precario y esporádico trabajito repartiendo propaganda logran que la muchacha tire para adelante.
Sus grandes esperanzas son que la cojan para trabajar en la limpieza y que le concedan una ayuda oficial, pero lo primero nunca llega y lo segundo se hará esperar. Y la amenaza del desahucio cada vez se hará más firme.
El guión me ha parecido muy acertado porque en vez de darle al espectador todo mascado y explicado, deja bastantes lagunas e incógnitas (¿De dónde exactamente viene su protagonista? ¿Cómo puede ser que haya terminado así? ¿Qué va a ser de ella?) a colmar por quien está al otro lado de la pantalla y pone el foco en lo esencial, en lo que verdaderamente importa: en contar el día a día de esa pobre pero orgullosa mujer que puede con todo y con todos pero sin matar una mosca, que vive y lucha por ella y por su hijo (por su hijo más que nada: es capaz de rugir de hambre por él) casi por inercia, sin plantearse siquiera la opción de declararse rendida y hundida.
El guión me ha parecido muy acertado porque en vez de darle al espectador todo mascado y explicado, deja bastantes lagunas e incógnitas (¿De dónde exactamente viene su protagonista? ¿Cómo puede ser que haya terminado así? ¿Qué va a ser de ella?) a colmar por quien está al otro lado de la pantalla y pone el foco en lo esencial, en lo que verdaderamente importa: en contar el día a día de esa pobre pero orgullosa mujer que puede con todo y con todos pero sin matar una mosca, que vive y lucha por ella y por su hijo (por su hijo más que nada: es capaz de rugir de hambre por él) casi por inercia, sin plantearse siquiera la opción de declararse rendida y hundida.
La película tiene grandes aciertos, entre ellos, mostrar cómo una persona desempleada y abandonada por el sistema puede guardar ese tipo de dignidad y amor propio que sobrevive a cualquier catástrofe humana y que impide suplicar ayuda o mostrarse abatido. También está bien que a base de acertados pincelazos se burle un poco de cómo la religión y la pasión desmedida por el fútbol pueden seguir siendo los apoyos espirituales de personas que no tienen nada.
Y desde luego, lo mejor de la película son las interpretaciones de su protagonista, Natalia de Molina, que borda su papel de muchacha contenida y silenciosa pero orgullosa y luchadora (sólo una actriz prodigiosa puede cargar con la cámara durante hora y media de metraje) y la de Jaime López, el jovencísimo actor que interpreta a su niño con gran sensibilidad y naturalidad.
Y desde luego, lo mejor de la película son las interpretaciones de su protagonista, Natalia de Molina, que borda su papel de muchacha contenida y silenciosa pero orgullosa y luchadora (sólo una actriz prodigiosa puede cargar con la cámara durante hora y media de metraje) y la de Jaime López, el jovencísimo actor que interpreta a su niño con gran sensibilidad y naturalidad.
La pena, que la vayan a quitar de los cines en nada. No está teniendo nada de éxito.
Aquí el trailer.
Aun teniendo éxito la quitarían. Cuántas películas se mantienen en cartelera sin ser nada taquilleras? Pero esta no debe interesar,...!
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