miércoles, 17 de octubre de 2018

Demencia estacional


Aletargado, somnoliento, postrado
sobre el suelo de la última cosecha,
sueño ya con tu llegada,
mi dulce deidad de belleza subterránea.

Desde aquí huelo las flores marchitas de tu tiara,
y percibo con horror agradable
tus ojos de máscara funeraria
agujereando impasibles el vacío.

Sin tan siquiera saludarme
me tenderás tu aguileña garra
de esmalte carcomido,
yo me perderé en los pliegues de tu túnica oscura,
y ambos danzaremos contra el estío.

Cuántas noches frías nos aguardan,
¡oh, beldad perturbada!

Llevo meses soñando con este momento,
de dolor y metamorfosis.
Llámame como quieras,
bebe de mí cuanto desees.
En tu mortal dentellada
percibiré ya la hoja vieja, el fruto nuevo, la lluvia generosa.
Y mísero de mí, te entregaré mi reinado bruñido
para que lo cubras de niebla y melancolía.
Bienvenida, hermana Otoño.

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